Todos conocemos la abreviatura «SPF», pero no siempre estamos seguros de qué productos elegir o utilizar para proteger la piel del sol. ¿Qué es el SPF en realidad? ¿Cuánta crema bronceadora necesito utilizar para todo el cuerpo? ¿Tengo que utilizar una crema con SPF si mi base de maquillaje ya lo contiene? Vamos a abordar todas las cuestiones que te podrían interesar sobre el SPF.
La abreviatura SPF significa Sun Protection Factor, es decir, «factor de protección solar». Hablando claro: es un medidor que indica el tiempo que puedes exponerte al sol de forma segura. Si sabes que te sueles quemar en 10 minutos de exposición sin llevar una crema con SPF, multiplica este número por el del factor de protección del producto. Por ejemplo, en una crema bronceadora con SPF 15, multiplica este número por 10.
Te sale un resultado de 150 minutos. Precisamente este es el tiempo durante el que tu piel debería estar protegida. El sol del mediodía es sumamente intenso en los meses de verano, así que es necesario tener en cuenta la nubosidad y la cantidad de crema que usas. No te olvides de protegerte del sol también en los interiores, en el coche o cerca de las ventanas. Podría parecerte increíble, pero la radiación UVA penetra a través del cristal de la ventana, provocando el envejecimiento de la piel.
Un producto con un factor 10 protege del 90 % de la radiación UVB, uno con un factor 30 filtra el 97 % de la radiación, y otro con un factor 50 filtra el 98 % de la radiación UVB. Por tanto, es importante tener en cuenta las necesidades de tu piel a la hora de elegir el producto adecuado. Por ejemplo, para la piel con pigmentación intensa es más seguro utilizar un SPF 50.
Y una cosa más: entre un SPF 30 y otro 50 puede haber grandes diferencias en cuanto a su textura, sobre todo entre las distintas marcas. Esto aplica especialmente a los filtros minerales, que suelen ser más espesos. Sin embargo, existen marcas que puede ser superiores tecnológicamente aun con este defecto.
Según las últimas investigaciones, el uso diario de protección solar garantiza una piel de aspecto más joven. Es fundamental saber qué tipo de piel tienes, qué necesita y cómo reacciona. Por lo general, todos sabemos si nuestra piel tolera bien el sol o si, en cambio, es sensible y se enrojece con rapidez. Este enrojecimiento rápido te muestra el momento en el que la piel te está diciendo: «Protégeme».
Concédele tiempo a la piel. Con un factor de protección superior te bronceas más despacio, pero de forma más duradera. Por suerte, los tiempos en los que nos exponíamos al sol directo sin utilizar crema y, sobre todo, durante mucho tiempo «para broncearnos más rápido» han quedado atrás. Hoy en día sabemos mucho más sobre la protección solar y los riesgos que conlleva tomar el sol.
Pero antes no se le daba tanta importancia a la protección solar y el cáncer de piel era un concepto más o menos desconocido. Una exposición al sol irresponsable sin protección puede provocar este tipo de cáncer, que se ha multiplicado en los últimos años. Una medida de protección precisa también puede ser controlarte los lunares cada año.
La melanina es un pigmento presente en la piel, el cabello, el iris y la retina que protege la piel de los daños causados por la luz, es decir, la radiación UV. Su producción en el cuerpo se ve favorecida, por ejemplo, por las hortalizas verdes, así que no dudes en añadir a tu dieta ensaladas, brócoli y bebidas elaboradas con verduras verdes.
El fenómeno SPF fue desarrollado por un joven químico suizo. En el año 1938 se quemó en las montañas y, debido a este contratiempo, decidió inventar una crema de protección solar. En 1944, un compañero suyo utilizó un tipo concreto de vaselina sobre la piel de los soldados para formar una barrera física contra el sol. Entonces, se pusieron a trabajar juntos y formularon la primera crema protectora. Se creó a partir de la combinación de vaselina, manteca de cacao y aceite de coco, y se llamaba «Gletcher Creme», es decir, crema para glaciares.
Algunas marcas, aparte de los filtros UV clásicos, ofrecen también ingredientes innovadores que refuerzan el nivel de protección frente al sol. A su vez, las cremas bronceadoras faciales contienen asimismo sustancias activas como la niacinamida, vitaminas o ácido hialurónico. Los laboratorios son muy conscientes de que las cremas protectoras se han convertido en parte de la rutina de cuidado facial diaria.
Una de las consecuencias es el envejecimiento de la piel. Las fibras de colágeno y elastina pierden su flexibilidad. Se debilitan y hacen que la piel tenga un aspecto envejecido. Otra desagradable consecuencia son las intolerancias solares. Muchos de nosotros hemos experimentado erupciones con picor, enrojecimiento o quemazón. La pigmentación, que también es el resultado de un exceso de exposición al sol, es de igual forma difícil de tratar.
A lo mejor te sorprende tanto como a mí, pero para todo el cuerpo necesitamos una cantidad del tamaño de una pelota de golf. Para el rostro, basta con una cantidad de tres dedos. No te olvides de las orejas: se queman con mucha facilidad. La piel de esta zona es muy sensible y, a menudo, suele estar expuesta.
Por eso, utilizar SPF durante el día debería ser habitual en nuestra rutina cosmética diaria. Pero la crema con SPF no la aplicamos hasta el final del ritual matutino. Esto significa que debes aplicar la crema de protección solar encima de tu crema de día. La selección de cremas es tan amplia hoy en día que encontrar la textura más adecuada no suele ser un problema. Cuanto más ligera es la textura, más agradable resultará aplicar los diferentes productos faciales.
Aunque tu crema de día contenga una determinada protección solar, no puede sustituir totalmente a la crema solar por sí sola. No te garantiza una protección para todo el día (ni siquiera una crema protectora con SPF 50 dura las 24 horas). Sobre todo si pasamos tiempo al aire libre y nos exponemos al sol intenso. En ese caso, es conveniente volver a aplicar el SPF.
Volver a aplicar el SPF puede parecer complicado, pero no tiene ningún misterio. Obviamente, no tienes que desmaquillarte y volver a aplicar todos los productos de nuevo. Basta, por ejemplo, con utilizar productos en formato spray. Durante el día llevo el spray facial refrescante y antibrillos Anthelios SPF 50 en el bolso y simplemente lo aplico encima del maquillaje cuando hace falta.
Si vas a bañarte, puedes utilizar cremas protectoras con color. Pueden sustituir parcialmente al maquillaje y te proporcionan una protección total. Son incluso resistentes al agua, pero debes contar con que una parte de la protección se puede perder al entrar en contacto con ella. En ese caso, vuelvo a aplicar la crema con color y con SPF sobre la capa original. Ten en cuenta también el uso de la toalla, dado que los roces pueden alterar la protección de la piel.
No debemos exponer a los bebés al sol, pues su piel todavía no tiene la capacidad de protegerse. Es sensible, se quema con facilidad y se sobrecalienta. Debemos proteger a los niños del sol sobre todo mediante el uso de ropa adecuada. Cuando juegan al aire libre o en el agua, lo ideal es utilizar la mayor protección posible. ¿Sueles pasar tiempo al aire libre con los niños? Entonces, ten siempre a mano un pequeño envase de crema solar para el rostro.