El colorete o blush es un imprescindible de maquillaje que puede hacer maravillas por tu look. Gracias al colorete conseguirás el ansiado "efecto buena cara”, lograrás corregir el contorno facial o, incluso, quitarte unos años de encima. Lo esencial es saber elegir el tipo de blush adecuado y aplicarlo correctamente.
Las claves para elegir el tono de blush ideal son optar por un tono que corresponda al tono natural de los labios o a la tonalidad de la piel y el color del cabello. En el primer caso basta dar con el tono más parecido al color de tus labios.
En el segundo caso sigue la regla básica: pieles claras = tonos de colorete claros, pieles oscuras = tonos de colorete oscuros:
La elección de una u otra textura depende del tipo de la piel. El blush en polvo es idóneo para la piel mixta y grasa que necesita matificar los brillos. A la piel seca (ya sea seca solo en invierno o durante todo el año) le sienta mejor un blush en crema que ilumina la piel sin marcar los desperfectos.
Elegir la brocha correcta es esencial para conseguir un acabado perfecto. El blush en polvo se aplica con una brocha biselada de tamaño grande. Así conseguirás aplicar una capa fina y el acabado será suave y natural. Si te pasas con la cantidad de producto, el resultado será exagerado y poco natural. Una esponja de maquillaje es idónea para aplicar el colorete en crema.
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