Rueda abdominal

El rodillo abdominal, también conocido como ab wheel o ab roller, es un accesorio de fitness ligero, compacto y sencillo que sirve para fortalecer los músculos abdominales, tanto los oblicuos como los rectos. Está formado por una o dos ruedas conectadas con un asa a cada lado. ¿Qué tan eficaces son las ruedas abdominales? Ahora te lo desvelamos.

4 razones para hacer abdominales con rueda abdominal

¿Cuáles son los beneficios de hacer ejercicios con un rodillo abdominal?

1. Fortalecer (no solo) el centro del cuerpo: incluso algo tan simple como una rueda de plástico puede ayudarte a fortalecer los músculos del core, que incluyen los músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y los músculos de la columna vertebral. Un core fuerte es esencial para una buena postura, estabilidad y protección contra lesiones. Al entrenar con la rueda abdominal no se trabajan solo los abdominales, sino también los hombros, los brazos y la espalda.
2. Mejorar la coordinación: el ejercicio con la rueda abdominal requiere coordinación entre la parte superior e inferior del cuerpo, lo que ayuda a mejorar la coordinación en general y el control del movimiento. Hacer ejercicio con la rueda de forma regular también ayuda a mejorar la flexibilidad y la amplitud de movimiento de los músculos y las articulaciones.
3. No ocupa mucho espacio: puedes llevarla sin problema allá donde vayas (sea al gimnasio o de viaje).
4. Puedes adaptar tu rutina de entrenamiento a tu condición física actual: con la rueda abdominal puedes realizar una gran variedad de ejercicios y ajustar su dificultad según tu forma física.

Aunque hacer ejercicio con la rueda de abdominales aporta muchos beneficios, es importante aprender la técnica correcta, empezar una rutina de baja intensidad e ir aumentando la intensidad poco a poco. Solo así evitarás lesiones. Si eres principiante, es una bueno consultar con un entrenador de fitness para empezar a entrenar correctamente y conseguir los mejores resultados.

Cómo elegir un rodillo de entrenamiento

A la hora de elegir un ab wheel es aconsejable tener en cuenta varios factores. Además de la calidad del material (opta por un tipo de rueda que tenga un revestimiento antideslizante) y el mango ergonómico, también es importante fijarse en el diámetro de la rueda. Porque de él depende la dificultad del ejercicio; una rueda pequeña proporciona un mayor desafío mecánico y supone una mayor involucración de los músculos, mientras que una rueda más grande permite que el entrenamiento sea menos difícil.

Además de la rueda clásica, también puedes encontrar una rueda de abdominales doble. Esta se diferencia de la sencilla por tener dos ruedas separadas en lugar de una. Son varias las ventajas que aporta un rodillo abdominal doble frente a un rodillo sencillo: por ejemplo, mayor estabilidad, posibilidad de ajuste y un mayor desafío para los músculos.

Sin embargo, también hay que decir que la rueda doble puede ser algo más difícil de controlar. Si eres principiante, es aconsejable empezar con una rueda de abdominales clásica y, una vez dominada la técnica correcta, pasar a una rueda doble.

Cómo entrenar con un rodillo abdominal 

Ya sabemos que el ejercicio con la rueda abdominal puede ser muy eficaz si se domina la técnica correcta. Así conseguirás no solo minimizar el riesgo de lesiones, sino también podrás sacarle el máximo partido a la rueda. ¿Cómo hacerlo?

• Ponte de rodillas y coloca la rueda abdominal en el suelo delante de tus rodillas.
• Coloca las manos en las asas de la rueda de forma que queden justo debajo de los hombros y con las palmas hacia abajo.
• Mantén el torso rígido y la columna vertebral en posición neutra.
• A continuación, lentamente y de forma controlada, mueve la rueda hacia delante, estirando el cuerpo e involucrando los músculos del centro del cuerpo.
• A continuación, regresa a la posición de inicio. Asegúrate de mantener un movimiento constante sin movimientos bruscos y evita que la espalda se hunda o se encorve.
• La respiración también es importante: inspira cuando muevas la rueda hacia delante y espira cuando vuelvas a la posición inicial. Sincronizar la respiración con el movimiento te ayudará a mantener la estabilidad y el control.

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