Hace mucho tiempo, a finales del siglo XVIII, un joven y ambicioso caballero del norte de Inglaterra decidió hallar fortuna, fama y riqueza en las bulliciosas calles del cosmopolita Londres. Ese hombre no era otro que James Atkinson. Era el año 1799.
No pasó mucho tiempo hasta que la flor y nata de Londres enloqueció literalmente por el bálsamo con aroma a rosas recién cortadas. Pero el joven diseñador todavía guardaba en la manga un as aún mayor. Se trataba de una colonia cuya composición aromática era completamente diferente de los estándares captados por las fragancias italianas que, por aquel entonces, dominaban el mercado de la perfumería. La colonia de James Atkinson era fresca y, al mismo tiempo, cálida, especiada y con una duración intrépidamente prolongada.
En el año 1826 James se convirtió, a petición del rey Jorge IV, en el perfumista oficial de la corte real. La popularidad de sus fragancias creció rápidamente. Entre los clientes satisfechos con los perfumes de James se encontraba, por ejemplo, la reina Victoria o el enemigo acérrimo de Inglaterra, Napoleón Bonaparte.
Prueba tú también alguna de las exclusivas fragancias Atkinson. Les gustarán especialmente a los caballeros elegantes y a las damas encantadoras. En definitiva, a todas aquellas personas que disfrutan de las fragancias atrevidas cuyas raíces se remontan a la historia lejana.
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