Deje que el niño tenga su propia
pasta: las de los niños difieren significativamente en su contenido de flúor.
El flúor es una gran ayuda en el cuidado del esmalte dental, porque lo fortalece y, además, reduce la formación de bacterias. El problema del flúor en el caso de los niños es que se suelen tragar la pasta (porque les gusta). Las concentraciones elevadas de flúor provocan fluorosis, que inicialmente se manifiesta en forma de manchas blancas en los dientes que luego pasan a ser de color amarillo-marrón. Por desgracia, estas no son solo de naturaleza cosmética, sino que suelen reducir la resistencia del diente a las caries.
La dosis diaria de flúor necesaria para los niños se suele conseguir sin problema con la alimentación habitual. El flúor se encuentra presente especialmente en los pescados, los cereales, la leche y los productos lácteos o las nueces.
Si estás buscando la primera pasta de dientes para tu hijo, tienes que valorar tú mismo si puede escupir la pasta después de lavarse los dientes o no.